Una política perjudicial para el problema de las fronteras nacionales
Por Eduardo Mariano Lualdi – Coordinador Nacional del Foro Patriótico y Popular
La ministra de Seguridad del gobierno nacional anunció hace semanas el “Plan Güemes”. Sobra decir que no hay nada que emparente a Bullrich, Milei y a este “plan”, con el Libertador General Martín Miguel de Güemes, asesinado por los colonialistas españoles gracias a la traición de parte de la oligarquía salteña realista. Mientras el General Güemes dedicó su vida a la lucha por la independencia de América y nuestra patria, la actual administración de Milei-Villarruel, de impronta rivadaviana, ha venido a acabar con toda posibilidad de una Argentina industrial, técnica, científica, independiente y soberana.
A los pocos días de implementado este plan anunciado con bombos y platillos como parte de “la lucha contra el narcotráfico y el contrabando”, se supo de la muerte de Fernando Gómez, en Orán, en una situación que involucra a personal de la Gendarmería Nacional Argentina. En otro episodio, en el que también está involucrado personal de Gendarmería, otro joven, Ariel Arnaldo Gareca, resultó gravemente herido en la cabeza. Estos hechos recuerdan otros producidos por la ministra Bullrich, durante su gestión durante el gobierno del Ingeniero Macri.
No hay ningún dirigente político, menos aún quienes están en funciones en el Estado Nacional o provincial, que no sepa que el contrabando del narcotráfico se realiza principalmente a través de los ríos interiores de América del Sur que derivan en el Río Paraná, el que desemboca en el estuario del Río de la Plata. Por allí salen los buques con droga al Atlántico Sur, pasando por el puerto de Buenos Aires y luego por el puerto de Montevideo. Este es un camino controlado por completo por la DEA (EEUU), con la colaboración de otras agencias de inteligencia de potencias imperialistas occidentales. No vamos a enumerar los buques que se decomisaron en Europa, con una, o una y media tonelada de cocaína, que partieron del puerto de Buenos Aires, donde estuvieron amarrados, a veces, hasta más de un mes, sin que nadie “se percatara” de qué estaban llenas las bodegas.
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